Este post no va de ventanas emergentes, va de conocer una propuesta de valor diferenciada que conecte con nuestros clientes. Las tiendas pop-up emergieron allá por el 2003 y desde entonces se han convertido en una herramienta de marketing muy a tener en cuenta.
Se trata de tiendas “efímeras” que abren con un fin concreto, dar a conocer una marca o producto, facilitar un acercamiento con el cliente, interactuar, crear emociones, impactar y sorprender al consumidor, en un espacio que posee fecha de caducidad.
Para ello se desarrollan en lugares de lo más variopintos, como en pleno centro de una ciudad, un barco, un autobús, un almacén abandonado, un hotel, consiste en llevar la creatividad al límite. Son varias las empresas de diferentes sectores las que han sucumbido al desarrollo de este tipo de estrategias, como Apple, Ikea, Ebay, Nike, Chanel o la Oficina de Turismo de New Jersey.
Esta última entidad se propuso, de cara a la temporada de verano, promocionar New Jersey como destino turístico (sol y playa) nada menos que en el centro de La Gran Manzana. ¿Qué estrategia siguió? Alquiló durante un corto periodo de tiempo un local situado en el centro de New York, concretamente en Manhattan. El escaparate de la tienda forma una estampa de lo más veraniega. Estaba compuesto por una chica tumbada alegremente tomando el sol en un oasis, mientras un chico construye una figura en la arena, como si de una playa real se tratase, todo ello desarrollado en una de las zonas más transitadas de New York.
Una vez en el interior, es posible caminar por una playa simulada (con arena real), tomar algo en un chiringuito, disfrutar de un paseo marítimo mientras escuchas el rugir del mar y el sonido de las gaviotas. Es decir, se busca conseguir una experiencia lo más real posible. Además, los agentes turísticos hacen a los visitantes un recorrido virtual por el destino en cuestión y les guían, si así lo desean, en la planificación de sus vacaciones en New Jersey.
Diariamente, en la tienda se desarrollan eventos, sorteos, atracciones, actuaciones en vivo, degustaciones de productos típicos, además de cursos de lo más variopintos como experto en esculturas de arena o cursos profesionales de jugador de poker y blackjack, entre otros.
Te preguntarás que cómo resultó esta estrategia. Pues todo un éxito:
-Se repartieron miles de guías del destino, así como diverso material publicitario a más de 15.000 turistas.
-Se creó una gran base de datos de posibles clientes para futuras acciones de marketing.
-Tuvo una gran difusión en más de 46 medios de prensa escrita, además de difusión online (buzz).
-Una vez retirada la tienda pop-up, se continuaron realizando referencias a la misma durante bastante tiempo.
-Se estima que la equivalencia del valor de toda esta publicidad ascendería a 885.000 dólares, muchísimo menos de la inversión realmente realizada por la entidad.
-La agencia de marketing que la desarrolló, Brushfire, recibió varios reconocimientos por la originalidad y repercusión de esta campaña, otorgados por medios como el New Jersey Advertising Club o la Public Relations Society of America.
A través de esta tienda pop-up, la Oficina de Turismo de New Jersey trajo el sabor de las vacaciones de sol y playa al centro de Manhattan, causando una notable repercusión. ¿Se te ocurren otras ideas a aplicar en el sector turístico?